16 de octubre de 2005. Mt 22,15-21. "Paguen al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
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Los fariseos se movieron para ver juntos el modo de atrapar a Jesús en sus propias palabras. Le enviaron, pues, discípulos suyos junto con algunos partidarios de Herodes a decirle: «Maestro, sabemos que eres honrado y que enseñas con sinceridad el camino de Dios. No te preocupas por quién te escucha, ni te dejas influenciar por nadie. Danos, pues, tu parecer: ¿Está contra la Ley pagar el impuesto al César? ¿Debemos pagarlo o no?
Jesús se dio cuenta de sus malas intenciones y les contestó: “¡Hipócritas! ¿por qué me ponen trampas? Muéstrenme la moneda que se les cobra.” Y ellos le mostraron un denario.
Entonces Jesús preguntó: “¿De quién es esta cara y el nombre que lleva escrito?” Contestaron: “Del César.” Jesús les replicó: “Devuelvan, pues, al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios”.
Muchas veces este Evangelio se explica para hablar de las relaciones entre Dios y el mundo, Dios y la sociedad. Esta interpretación surge en la Edad Media que fue cuando se empezó a interpretar así.
En la época de Jesús, Palestina estaba ocupada por los romanos, y en esta ocasión los líderes judíos quieren meter a Jesús en un aprieto.
Los judíos pagaban impuestos a Roma ¿Qué opinaba el Señor sobre esto?
En aquella época los judíos pagaban a los romanos tres impuestos:
Para los judíos pagar estos impuestos era un insulto a Dios. Su sociedad tenía una organización teocrática donde Dios era su único y exclusivo rey. Los más fanáticos entre los judíos decían que cualquier impuesto que se pagara a un rey extranjero era ilegal por necesidad.
Lo que se está tratando en este Evangelio no es la mera obligación de pagar o no pagar impuestos al invasor. Su contenido es mucho más profundo. Es el reconocimiento de quien tiene poder sobre ti y tu vida.
Con los medios de comunicación es muy fácil endiosar personas, situaciones y a acontecimientos de la vida. Quién no ha visto masas fanatizadas por el líder político, por el futbolista o cantante de turno. A cada uno de ellos hay que pagarles un impuesto no dinerario pero sí de vasallaje. Es el impuesto de la admiración cuando no hay nada que admirar; el impuesto de identificación cuando existe muy poco en lo que identificarse con nuestro personaje… De esta manera se va creando un sistema de pago, de intereses y de esclavitudes que sólo cuando las personas se dan cuenta es cuando se pueden liberar de ellas. Ante estas esclavitudes es Jesús quien nos advierte que el ser humano está llamado a ir más allá de las cosas, de los impuestos sean del tipo que sean, de los liderazgos temporales pues nada de esto llena ni sacia nuestra vida.
Jesús nos propone otra respuesta desconcertante: el ser humano debe reconocer a Dios como único Señor, pues es en el ser humano donde Dios ha dejado su imagen (Gn 1,27). Para el ser humano sólo Dios debe ser su Señor.
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©2002 Mario Santana Bueno.
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